Cuentos para Comérselos es el título de la conferencia que inauguró
las tertulias gastronómicas del curso 2018-2019. El profesor y experto en
literatura infantil y juvenil, Pepe García Oliva se confiesa un entusiasta de
la lectura y como buen maestro ha inculcado, a lo largo de su vida profesional,
esta afición a los alumnos que han pasado por sus clases.
Su pasión le ha llevado a adquirir gran cantidad de libros y en la
actualidad cuenta con una considerable biblioteca. Significar que esta ponencia
la ha preparado con una bibliografía de más de 180 ejemplares, principalmente cuentos,
libros infantiles y juveniles, donde aparecen alimentos de todo tipo que se
relacionan de diferentes formas y personajes comilones o que serán comidos.
García Oliva llevó una guía con el contenido de la exposición que se
distribuyó entre los asistentes para un mejor seguimiento de la conferencia. Después
de agradecer la presentación realizada de su trayectoria, comenzó contando el
breve y simpático cuento de la habichuela verde de los hermanos Grimm, el cual evidencia la relación
entre estos cuentos y la comida, algo que afirmó viene de hace mucho tiempo.
Desde el momento que la humanidad empieza a dominar un lenguaje, a dar
una función estética y creativa, comienza la literatura, sin olvidar que la ficción,
la forma de evadirnos o la de poder explicarnos también tiene bastante de
pedagogía. Por ello, se podría decir que los cuentos servían para transmitir
dentro de las tribus valores o cultura, además de adiestrar en conocimientos de
caza, pesca o las épocas óptimas para recolectar determinados frutos.
Entre estas
enseñanzas lo más importante era la explicación sobre el bien y el mal, así se
intuye que la formación moral y ética llegan en muchos casos a través de los
cuentos, en principio mediante la transmisión oral, contados de forma sencilla a
través de animales o la naturaleza.
Generalmente las narraciones se hacían en
grupo, pudiendo estar presentes personas de todas las edades y dándose
cualquier tipo de situaciones. Esto propiciaba que se cargaran de simbolismos,
para que fuesen entendidos por aquellos individuos a los que iban dirigidos, sin
caer en lo soez para no perjudicar a los niños. Se podría decir que era como
el empleo del doble sentido que se utiliza en la actualidad en los chistes.
En la actualidad los cuentos tradicionales siguen cargados de esos
símbolos y continúan teniendo el mismo valor. Quiso reivindicar este uso,
haciendo referencia a varios autores que hablan de la simbología, recomendando El
mundo sin libros, Ensayo de cultura popular, escrito por María Jesús Ruiz, profesora de la
Universidad de Cádiz, por ser un libro próximo, fácil y agradable de leer.
La primera vez que se planteó adentrarse en el mundo de la comida y
los cuentos, lo hizo sobre la perspectiva de los alimentos que aparecen en los
mismos, descubriendo que surgían entrantes, ensaladas, sopas, bebidas e incluso
el puro después de las comidas.
De la unión de las historias y la comida aparece a menudo la
antropofagia, especialmente padres que se comen a los hijos. Afirma García
Oliva que esto sería digno de un capítulo aparte y desarrollado por un
especialista en la materia, pues hay muchos simbolismos e historias
truculentas. Como pincelada, nombró el caso de Saturno, un buen ejemplo de
estilo gore. En sus estudios encuentra a los comilones o aquellos personajes
que son comidos. En los cuentos de tradición oral en los cuales se pretende
comer al protagonista, existen dos comilones destacados, por un lado los
gigantes o figuras de ogros que podemos ver en cuentos como Pulgarcito,
Juan
y las habichuelas mágicas, El sastrecillo valiente... por otra
parte, el lobo feroz. Comentó que en la transmisión oral surge también la
figura del zombi, desde hace bastante tiempo, y se puede constatar en cuentos
tan conocidos por todos como Mariquita hura hura. Existe otra
versión más suave, Media lunita.
La comida en los
cuentos aporta verosimilitud a la historia, por esto es importante que esté
llena de cotidianidad y realismo para que puedan atraer a quien escucha y al
que lo cuenta. Los alimentos por sí, la escasez de ellos o inclusive el hambre
han sido y son protagonistas de algunos cuentos.
¿Dónde está la comida? Tema
Central, Tema ambiental o Elemento de la trama.
Tema central, ejemplos claros son La zorra y la cigüeña, donde ambos personajes juegan con la astucia de
poner la sopa en recipientes que el invitado no pueda llegar a comerla. Es
recurrente su uso en este tipo de cuentos, muy popular es La sopa de piedra, e incluso se puede emplear para cocer en
ella al personaje como en Sopa de ratón.
La comida puede ser parte de la historia, así sucede en Ricitos
de oro y los tres osos u Oliver Twist. Puede figurar como elemento
puntual de la historia, este tipo lo vemos en La princesa y el guisante,
hay que tener en cuenta que la elección podría haber sido una piedrecita u otro elemento similar. El mismo modelo se puede observar en Blancanieves y los sietes
enanitos o en Rapunzel, cuando a la madre
embarazada se le antoja una especie de nabo, llamado en Alemania rapónchigo o
ruiponce, esta es la única aparición de la comida en el cuento. Existen cuentos
que tratan de alergias alimenticias, de todos es conocido Drácula, su autor Bran Stoker se apoya en la enfermedad
porfiria cuyos síntomas: piel fotosensible, anemia, fosforescencia dental… se
reflejan en el personaje, teniendo incluso la reacción alérgica a los ajos.
Clasificación de los cuentos.
Es importante colocar convenientemente a los cuentos. Los folcloristas
suelen situarlos en tres apartados: cuentos de costumbres, de animales
y fantásticos, y según la clase de
cuento, la comida aparecerá de una forma u otra. Cuentos costumbristas en los que se suceden acontecimientos del día
a día, pudiendo aparecer un animal, pero la importancia radica en la relación
entre personas. Igual puede ocurrir en los cuentos
de animales, donde es posible la aparición de alguna persona, pero la
importancia la tienen los animales. Es frecuente que tengan características y
cualidades humanas, es lo que se llama antropomorfismo, pudiendo hablar e interactuar
entre ellos. Algunos cuentos costumbristas (y algunos de animales)
proceden de fábulas, pero al pasar al canal popular pierden las rimas, el
ejemplo lo vemos en el cuento de La lechera. Son otros ejemplos de
cuentos costumbristas Garbancito, El pastor mentiroso y Caperucita
Roja, donde además se ve claramente la importancia de la comida, pues
el interés de la niña es llevarle ciertos alimentos a su abuela.
En los
cuentos fantásticos debe mostrarse un personaje u objeto mágico. En La
casita de chocolate la fantasía radica en la propia casa comestible, y
en la bruja con apetencia de comerse a los niños que intentan engañarla con el
huesecito de pollo como prueba de su delgadez.
Enumeró gran cantidad de cuentos de animales en los que la comida
tienen una importante presencia: El lobo y los siete cabritillos, El
gallo Kiriko, El señor don gato, La zorra y la uva, Los tres cerditos y el lobo feroz,
entre otros. García Oliva también significó la relevancia de las ilustraciones
en los libros, manifestando que el dibujo realista en estos casos es bastante
mejor que el romántico, debido a que este último adorna mucho los personajes y
en ocasiones pierden el sentido de lo que se desea expresar, aunque significó
que han transformado muchos los cuentos al igual que los de estilo
humorístico.
La comida aporta un carácter singular a los cuentos fantásticos. Vladimir
Propp recoge gran cantidad de la tradición oral rusa, abundando los de corte
fantásticos. Durante la recopilación observa que se repiten los personajes, los
elementos, como van en el mimo orden… a
lo que él llama las funciones del cuento.
La primera función es la salida.
El personaje se ausenta de su entorno para ir a buscar algo y generalmente
lleva una bolsa o un hatillo con comida. A lo largo de la exposición Pepe
García Oliva ofrece cantidad de ejemplos de cuentos e imágenes, facilitando la
comprensión del tema.
Luego aparecerá en la narración la
prueba. El protagonista se encontrará con un personaje que le pedirá supere
una prueba y en función de cómo la realice, el donante le entregará un objeto
mágico o no, en ocasiones puede ser la comida que por ejemplo es utilizada para
salvarse de animales hambrientos (Ganso dorado).
El elemento mágico, es apreciable en el cuento que el niño
le regala al anciano una vaca y éste en agradecimiento le entrega tres
guisantes o tres frijoles (Las habichuelas mágicas, La Gallina
de los huevos de oro).
En estos cuentos
suelen aparecer personajes que viajan, saliendo desde muy jóvenes y que las
secuencias transcurren hasta que se hacen mayores. Suelen emparejarse y
celebrarlo con un banquete. Podría ser festejado de otra forma, pero es
frecuente la aparición de la comida. El último elemento es el final.
Los cuentos de tradición oral con el paso del tiempo llegaron a
plasmarse en textos escritos, los historiadores europeos sitúan la literatura
infantil y juvenil española en el siglo XIX, pero la estudiosa española Carmen Bravo Villasante, afirmó que es
anterior y de las más antiguas de Europa. La escritora emplaza el origen en el
libro de Don Juan Manuel-El Conde
Lucanor, por tener cuentos escritos para el infante en el siglo XIV. La
primera recopilación interesante de cuentos la hace el italiano Gianfrancesco Straparola (XV) en Las noches placenteras, proviene de aquellas noches que se reunían en
mansiones para protegerse de enfermedades y se distraían contando cuentos.
Es otro italiano Giambattista Basile
(XVI) el que recopila otros tantos en El cuento de los cuentos, muchos
gérmenes de estas narraciones provienen de este autor. Charles Perrault en Los Cuentos de tiempos pasados,
agrupa una serie de relatos, es en esta obra donde se suele situar el inicio de
la literatura infantil y juvenil escrita, aunque no en los cuentos para niños,
pues el primero es obra del profesor John
Comenius, un libro con ilustraciones y una clara finalidad pedagógica para
un mejor aprendizaje y además es bilingüe. Está escrito en alemán y en latín.
Destacó los cuentos de Las Mil y una noches y sus
traducciones en francés y en inglés. Además de una recopilación de cuentos
alemanes pedagógicos de Johann Karl
August Musäus, son relatos de signos moralistas. A continuación repasó los
autores más destacados del siglo XIX, los famosos hermanos Grimm, Peter Christen Asbjørnsen y Jørrgen Moe que hicieron una
recopilación de leyendas y cuentos populares de Noruega, donde habían nacido; Cecilia Bhöl de Faber que recopiló canciones,
cuentos, leyendas de las zonas por donde ella había pasado: Suiza país de
nacimiento, Alemania donde creció y posteriormente en Cádiz donde también
vivió; el padre Luis Coloma y María Amalia Vaz de Carvalho,
recopiladora de cuentos populares portugueses.
Comida en libros y
cómics:
Presentados
en tres grupos: Narrativos, Didácticos y
Divulgativos.
Los narrativos donde se cuentan historias
y aparece la comida con más o menos protagonismo. Pueden ser recreativos y
terapéuticos, de hecho hay una importante producción de libros que tratan de
problemas de alimentación de niños y adolescentes, escritos bajo un punto de
vista pedagógico, un claro ejemplo es La
chica de alambre.
En
los de carácter didáctico podremos
encontrar enseñanzas como de dónde vienen los alimentos, cómo se debe comer, cómo
se hacen determinados alimentos, porqué es beneficioso comer cierto tipo de
alimentos, la importancia del pan, el funcionamiento del aparato digestivo
según el tipo de comida…
El
último apartado corresponde a los divulgativos, un tipo de libros que han
aumentado bastante en poco tiempo. Así encontramos recetarios dirigidos a los
niños u otros que muestran alimentos y comidas de lugares del mundo. Significó que
este tipo de ejemplares eran los protagonistas de esta tertulia y a partir de
ese momento, sería como entrar en la despensa y coger libros para comérselos.
Las
recetas pueden estar facilitadas por colaboradores, también es usual la
aparición de mensajes didácticos. Un claro ejemplo lo encontramos en Una
semana con el ogro de Cornualle de Miguel
Ángel Pacheco y recetas de Cristina
Hornedo, el mensaje dice: “la mejor manera de aprender una receta es ayudar
al cocinero a prepararla”. ¡Malacatú! de María Pascual de la Torre, la palabra mágica da título al cuento, mediante
la cual madre e hijo se van convirtiendo en una cosa u otra en un único
escenario, la cocina de la casa. Este lugar es de uso frecuente en libros y
cuentos modernos.
Un
libro muy particular es: In the night kitchen de Maurice Sendak, la historia muy resumida es la de un chiquillo que está jugando en
la cocina y cae en el barreño donde se está preparando la masa para hornear,
hasta que finalmente se salva. La curiosidad está que durante mucho tiempo
estuvo prohibido en EE.UU. por el hecho que en el dibujo el niño apareciera sin
ropa.
Las
siete cortezas de tocino de J.B. Basile, ilustrado por Mary
Mall.
Recordamos que Basile es el segundo italiano en
recopilar cuentos y Pepe García Oliva tuvo el gesto de donar a la biblioteca
del Ateneo, un ejemplar que tenía en su poder del reconocido autor.
Mostró
también dos cuentecitos de Calleja,
uno El
pescador de embutidos y el otro El hambre de un millonario. El
editor Saturnino Calleja, solía hacer más de una edición de estos pequeños
cuentos, incluso pidiéndole al dibujante llamado Madrid, que cambiase las ilustraciones para vender una, la otra se
regalaba con las chocolatinas de Nestlé.
Existen
libros terapéuticos donde se tratan temas tan delicados como la bulimia: La serpiente de cristal o chocolate amargo este es un libro
antiguo pero que se ha reditado una vez y otra. La foto de Portobello
donde su autor Vicente Muñoz Puelles
lo escribe cuando su hija está ingresada en una clínica tratándose del problema
de anorexia. Libros donde se trata con respeto la obesidad o la circunstancia
contraria, niños a los que les cuesta comer.
Y se lleva a los niños que comen poco, dirigido a los pequeños
melindrosos a la hora de comer o Monstruo, no me comas, un simpático
cuento dedicado a los que comen a todas horas. La pastelería, un libro de Ricardo Gómez y Tesa González, reconocida ilustradora que ha expuesto en la fachada del Mercado
Central de nuestra ciudad, premiada por la Librería Plastilina. Es un bonito libro que expresa la ilusión de los niños por ayudar a
un pastelero muy famoso para que pueda abrir el comercio y comprar pasteles.
Mientras tanto el hombre va escribiendo hasta que decide marcharse sin abrir la
tienda, pero sí les deja a los chavales el libro escrito de recetas y cuentos. Un
buen mensaje de enseñanza: te doy los medios y tú lo haces.
Cádiz en sus plazas de Arturo
Redondo, es un libro sin texto pero con muy buenas ilustraciones de varias
plazas de la ciudad: Plaza de Mina, Catedral, Mercado Central... En estos lugares se desarrolla la historia de la llegada
de un barco de marineros que salen de paseo, aparece una chica y existe un encuentro
amoroso. El autor, hijo de la escritora Pilar Paz Pasamar, es ilustrador de distintos libros técnicos.
Cómo como es un libro de Emili Teixedor y Lluís Farré,
el conferenciante se detuvo para leer un fragmento del texto que recoge
gran cantidad de refranes populares relacionados con alimentos. Un
buen rato con cada plato de Rafael
Ordoñez Cuadrado y Susana Fernández
Igual, en este caso en cada dos páginas hay adivinanzas relacionada con la
comida.
El hombrecito de Jengibre (The Gingerbread man), que en la diapositiva
aparece ilustrado por Karen Schmitd,
tiene como protagonista directamente a una galleta. En Europa central hay gran afición a
este tipo de cuentos y pertenecen a un grupo
de cuentos que hablan de galletas, según la clasificación ATU, (estas tres
iniciales corresponden a los autores que crearon este apartado y que acoge al
menos a quinientos tipos de cuentos).
Aquí hizo un inciso el profesor García Oliva, diciendo que no había encontrado galletas
de jengibre en el comercio gaditano, pero sí había podido traer unas galletitas
pequeñas y muy simpáticas con forma de ositos que se repartieron entre lo
asistentes.
Llegado
a este momento, Pepe García Oliva
nos mostró el libro Historias del Mar del que es autor, con ilustraciones de Mª Fe Quesada. En él destaca los
tesoros que da el mar todos los días y que como no podía ser de otra manera son
los pescados con que nos alimentamos. También hace referencia a historias en un
día de playa, aquí la madre les ofrece a las niñas unos bocadillos con el objeto
de tenerlas sentadas un rato.
En
los comics también se pueden observar un gran surtido de comidas, por ejemplo
en Astérix,
Popeye,
Carpanta,
Garfield… Es interesante también que aparezcan en algunos el tipo de
alimentación, es el caso de Leo Verduras donde se hace alusión al
tema vegetariano. Es un libro editado hace bastantes años y ya por entonces el
león se planteaba que su alimentación preferida eran las ensaladas.
La bebida también está presente en los libros, en Mary Poppins hay una
escena donde están tomando café con un poco de azúcar, el té aparece en muchos
cuentos ingleses, muy curioso es Los bebedores de tinta, donde los
niños se beben la tinta de los libros, en Matilda de nuevo se toma mucho té,
entre otros muchos libros y aquí nuestro invitado puso el colorín colorado...
Una vez finalizada la exposición se abrió el turno de preguntas, interviniendo
los asistentes que lo desearon.
Gracias a todos los asistentes, os esperamos en la próxima. Asimismo a todos los que habéis leído o visto este resumen sobre la tertulia Cuentos para Comérselos.